viernes, 27 de febrero de 2015

Los custodios de las ciudades insensatas

Ha salido a la luz un vídeo de un grupo de radicales yihadistas destrozando un museo iraquí. Este tipo de colectivos utilizan la publicidad que les brindan los medios y las redes sociales como la más poderosa de sus armas, así que no es mi intención contribuir en esto. No me importa quién ha sido ni qué motivos les podía mover; esto ya no sirve de nada. Lo que sí sirve es aprender de nuestros errores como humanidad y sensibilizarse con un hecho que es una tragedia: estas piezas eran una manera única de abrir una ventana a otro tiempo y echar un vistazo y hoy nos la han cerrado para siempre.  Así que en esta entrada aprovecho para realizar una aproximación a lo que hemos perdido porque aunque estoy segura de que habréis rechazado este acto tan gratuito y cruel, quizás algunos queráis saber más para que olvidar Nínive sea mucho más difícil de lo que ellos piensan.


Antes de nada, debemos entender la importancia de la cultura asiria, una de las más interesantes de la antigua Mesopotamia. No sólo fueron gloriosos en sí mismos sino que sentaron las bases para otras culturas: un ejemplo son las magníficas fortificaciones de Hattusa (Imperio Hitita) que tienen su semilla en el imperio asirio. Sus palacios minados de patios y sus templos zigurats (una construcción aterrazada típica de Mesopotamia) sólo pueden ser imaginados.

Recreación de un zigurat mesopotámico


 Sin embargo, los asirios destacaron entre los imperios de alrededor por sus relieves, que comenzaron a decorar los interiores y exteriores de los edificios y que presentaban dos novedades: la primera es el esfuerzo por representar el espacio a través de la superposición de planos (sobre el carro, el arquero está más cercano a nosotros que el conductor: hay una intención clara de alcanzar una perspectiva más fiel a la realidad); la segunda, es la relajación de las posturas y unos movimientos más orgánicos (especialmente en los animales, como aquí sucede con los caballos y leones). Una de las piezas más impresionantes del arte asirio es el relieve de la leona herida, cuya sensibilidad y movimiento está muy adelantado a su época.

Escena de caza, en el Palacio de Nínive

Muy bien, ya que sabemos todo esto pongámonos en situación:  más de 3000 años atrás, una ciudad llamada Nínive se escondía tras una muralla y adquiría el sobrenombre de “la insensata” (por su enorme extensión, quizás). Sobre el fuerte dentado probablemente sobresalía a lo lejos el increíble zigurat que correspondía al templo de Ishtar, y dentro de los muros de esas calles perfectamente trazadas seguramente se escondían miles de relieves.  Es extremadamente difícil pensar que una civilización tan lejana a nosotros pudiera crear este tipo de maravillas, pero aún resulta más inquietante como el desierto protegió a su ciudad hasta el siglo XIX, cuando comenzaron las excavaciones. 3000 años de supervivencia despreciado completamente: a principios de 2015 veíamos volar por los aires esas murallas de Nínive de mano de los que picaban sin compasión las caras de los lamassus en el video.

Relieve de la leona herida

 ¿Pero qué es un lamassu? Es posible que mi representación favorita del arte asirio, si no de toda Mesopotamia. Este imperio, muy rico en iconografía, creó criaturas con cuerpo de león o toro, alas de águila y cabeza de hombre que se erigían en las puertas de las ciudades, dos a dos, protegiéndola de sus enemigos y lanzando un mensaje claro de poder. Fueron imitados por los imperios vecinos y posteriores, pero casi siempre los ejemplares asirios guardan una genialidad como marca de la casa y eso son las cinco patas del lamassu. De esta manera, se crea un juego de perspectiva con el espectador: la criatura aparece regia e imponente en su visión frontal, pero adquiere una posición dinámica de defensa en su perfil.

Lamassus expuestos en el British Museum


Esta situación abre un debate sobre la conservación de nuestra historia del arte, la necesidad de preservarla y las ventajas de los "expolios" dadas ciertas circunstancias (en Londres y París aún podéis encontrar grandes ejemplos de arte asirio). Me quedo con la reflexión de Miguel G Villarrubia:

Interpretación de Nínive, por Ferguson


"Recordemos Nínive como recordamos la Biblioteca de Alejandría. Inmutable, eterna, perfecta, inalcanzable. Hemos superado infinitamente nuestro conocimiento y aún pensamos con la cabeza agachada las maravillas de los papiros perdidos.

Ninguna puerta estará completa, ay, sin los Lammasu."



Las imágenes son propiedad de sus respectivos dueños y están tomadas de:
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