Se habla mucho de las primeras obras de los artistas porque
dan pistas de lo que vendría luego, nos enseñan qué caminos tomaron y cuáles
desecharon, los errores (y a veces la frescura) de su inexperiencia. Pero pocas
veces había pensado en el último cuadro de un pintor hasta que casi por
casualidad descubrí la que fue la última pintura de Edward Hopper.
La pintura norteamericana del siglo XX ocupa un sitio
especial en mi ranking personal. EEUU es un sitio misterioso, lo
suficientemente europeizado como para que no nos resulten unos completos desconocidos,
pero con una simbología y mitología muy extraña que nace, creo, de una falta de
identidad histórica. Por lo tanto, aunque muy a su manera y más que nos pese,
tienen un poco de todos nosotros y por eso nos vemos reflejados en sus
historias, de un modo algo distorsionado pero bastante profundo.
Andrew Wyeth - Christina's world
Mientras que por este lado del charco nos divertíamos
experimentando los límites del arte que parecían no existir con el surrealismo
o el cubismo, Edward Hopper narraba las vidas de los americanos, tan
emocionantes de puertas para afuera, en los momentos en los que les flaqueaba
la apariencia y el telón caía. El pintor les espiaba desde una ventana, desde
la calle o desde una butaca para sorprenderlos en el mismo segundo en el que
bajaban la guardia.
Edward Hopper - New York movie
El capitalismo es un sistema en el que uno vence y otros
pierden, ¿pero qué gana el vencedor? La prosperidad trajo consigo mucha soledad
y mucha apatía. Personajes que comparten habitación pero rara vez intervienen
entre ellos, mujeres solas que se han quedado absortas en un pensamiento
mientras se vestían, un hombre en una gasolinera sin coches ajustando un
surtidor que nadie va a utilizar. Y llegados el momento, las personas
desaparecen, y solo quedan estructuras de líneas rectas que no dejan lugar a
las luces intermedias: el mediodía proyecta y duplica las cornisas sobre las paredes
lisas, el sol no trae consigo nada
nuevo.
Edward Hopper - Gas
Hablando con unos amigos sobre Hopper, me decían que sus pinturas les parecían fotos. Pictóricamente, sin embargo, los trabajos de Hopper están muy lejos de lo que
entendemos hoy en día como un cuadro que “parece una foto”; es cierto que no es
un pintor abstracto, pero no se trata de un hiperrealista, y aun así se me
ocurren pocos pintores que hayan sido tan imitados y homenajeados en el cine,
desde David Lynch utilizando sus colores hasta Alfred Hitchcock basando en un
cuadro suyo la macabra residencia de los Bates. ¿Por qué? Yo creo que Hopper
toma los momentos más insignificantes de nuestra vida aburrida y las transforma
en algo verdaderamente trascendente.
Edward Hopper - House by the railroad
Hace como diez años me leí un libro que se llama “Adios,
muñeca”, una novela negra de Raymond Chandler, y el detective Marlowe, Velma Valento
y compañía me recordaron instantáneamente a los personajes de un cuadro llamado
Nighthawks, como si fueran a esa cafetería cuando yo cerraba el libro y un
hombre llamado Edward Hopper les hubiera tomado una foto. Sólo conocía un par
de cuadros suyos pero investigando para proyectos personales durante todo este
tiempo, la búsqueda me ha llevado muchas, muchas veces a él. La última vez fue
el año pasado, cuando saqué de la biblioteca una monografía sobre el pintor y leí que “Dos
cómicos” fue el último cuadro que pintó.
Edward Hopper - Nighthawks
Dándome otro motivo para convertirlo en “mi mejor amigo que
no conocí”, Hopper dio la espalda a algunos de los tópicos sobre los artistas
que tanto daño nos hacen a las generaciones nuevas. Era un pintor crítico y concienzudo
en su trabajo, y gracias a Internet podemos disfrutar de algunos de sus dibujos
preparatorios. También se embarcó con su mujer Josephine en un matrimonio de
pintores, dos personas que se complementaban perfectamente y que estuvieron
juntos hasta el final. No es la primera vez que Hopper se representaba a sí
mismo como a un pierrot, pero en esta ocasión Jo le acompañaba y juntos se
despedían de su público. Año y pico después Hopper moría y su esposa le seguía
10 meses más tarde.
Edward Hopper - Dos cómicos
Dos cómicos perteneció a Frank Sinatra y aunque él no
escribió la canción y sé de buena tinta que es imposible, a mí me gusta pensar que
tiene alguna relación con Send in the clowns (¿Recordáis la canción que canta
Krusty el payaso en los Simpsons en su vuelta a los espectáculos? Si no la
hubieran traducido, hubiéramos escuchado esto). No sé a vosotros, pero a mi me
suena a Hopper.
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